Chau Sevilla

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Nunca me dolió tanto dejar una ciudad.

De verdad. Tengo tres callos gestándose en la palma de mi mano derecha porque intentó arrastrar, junto a mis hombros y mi otra mano, cinco meses de mi vida en dos o tres bolsos.

Escribo esto desde un parque en Budapest. Esta ciudad es infinitamente linda. La caminamos con una tranquilidad, disfrutando cada paso del clima, del verde, de las personas haciendo sus cosas, de los espacios amplios, de los colores que visten a la gente y que decoran la ciudad. Unos chicos al lado mío juegan a las cartas y al piedra-papel-o-tijera. Y yo los miro, recostada sobre el tronco de un árbol sano, desde mi estado contemplativo, viéndolo todo, absorbiéndolo todo, dejando que todo – todo – me afecte.

Estoy feliz, pero.

Soy una caldera de emociones que hierven a todo momento.

Me fui de Sevilla sin decirle Chau a mucha gente. Me fui sin decirle Chau a ella, me fui sin mirar atrás, sin dejar marca, sin titubear, y ahora sigo en ese mismo estado. Solo de vez en cuando siento que todo lo vivido, ahora terminado, está decantando.

Me cuesta creer que todo lo que era normal se convirtió de un minuto a otro en un nunca más.

No me arrepiento de nada pero a veces pienso: ¿para qué someterme a un intercambio si después va a doler tanto terminarlo? ¿No es más fácil evitarlo y listo? No caigo todavía en que todo esté llegando a un fin, pero de a ratos y sin aviso, se me mojan los ojos o se me anuda la garganta o se me aplastan las costillas. Y duele.

Me río y al minuto estoy llorando. No sé por qué me duelen todas las articulaciones del cuerpo.

Todo lo que viví estos meses en Sevilla, todo lo que me tocó, desaparece. Queda en un recuerdo, en imágenes y me da bronca porque yo lo quiero todo conmigo, a mi alrededor, en su presencia concreta, tangible, cerca.

Qué difícil es decir chau.

Por eso me fui así de Sevilla. No puedo enfrentar que ya no tengo las llaves de lo que era mi casa. Me da impotencia que todo lo que viví, conocí, aprendí, lo llevo a Buenos Aires solo en forma de palabras. Me angustia que voy a contarle a mis hermanas sobre Laura pero para ellas, Laura no va a ser más que una presencia abstracta, cuando yo la tuve en carne y hueso todos los días. Me angustia que tengo expresiones que me contagié de ella y que las personas en Buenos Aires las van a percibir pero nadie va a conocer su origen, aún cuando yo sepa que son evidencias de ella que llevo conmigo.

Francesca me preguntaba, aunque de forma retórica, para qué se acercaba tanto a gente que meses después se irían. Y acá, sola con Mecho en Budapest, me pregunto lo mismo.

Conscientemente, sé que todo lo vivido vale la pena, pero mi inconsciente se rebela porque le está doliendo un poquito de más.

2 comentarios en “Chau Sevilla

  • Contestar michi 08/07/2014 at 5:36 pm

    Guardate alguna que otra lagrima para nuestro reencuentro shaps 😉

  • Contestar Conti 09/07/2014 at 12:32 am

    Me paso igual! el peor momento fue dejar esa ciudad y esos amigos que nos acompañaron durante tantos meses! Pero todo pasa y hay mucha gente que nos espera en casaa:) Un beso grande y nos vemos en Baires o Sta fe 😉

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