Comeback

Volvimos.

Pero todo es tan diferente. Volvimos y siento todo a flor de piel. Porque cada vez caigo más en la cuenta de que a veces los cambios me abruman, me sobrepasan, y no sé cómo manejarlos. Y confieso que estoy sumida en una paradoja porque, más allá de eso, me entusiasma esta realidad que estoy viviendo. Siento que todo, todo puede pasar, y que quiero subirme al tren y disfrutar del camino, de lo que venga.

Sin saber bien adónde estoy parada, me siento sobre los escombros de una etapa que terminó, y estoy tratando, muy de a poquito, de construir lo que vendrá. Lo digo así, como si fuese un microcuento para un nene, porque sé que no es fácil. Para nada. Cada duda, cada incertidumbre, se multiplica como una piedra que cae en una laguna, porque las aventuras y las posibilidades se abren continuamente, y muchas veces, quiero abarcarlas a todas.  No se quieren imaginar lo ciclotímica que estoy… pero me consuela saber que es parte de esta montaña rusa y que lo vivo lo mejor que puedo.

Además, sé con total seguridad que este momento es lo mejor que me está pasando. Sé que con una crisis, vienen también millones de oportunidades y de puertas. Sé que hay miedos, por momentos angustias, pero también hay miles de momentos de entusiasmo, de sed de aprender más y más, de VIVIR. Sencillamente es eso, ganas de vivir, de vibrar.

Está bueno saber que no estoy sola. Hay un licuado de preguntas que están ahí, latiendo a todo momento, que exigen tener respuestas ya (seguramente es la ansiedad quien las reclama urgentemente), pero se van a ir bosquejando de a poco. Hay un espiral que empieza con “¿dónde trabajaría?” (mi pregunta fetiche del momento), pasando por “¿debería tomarme el palo ahora y viajar por el mundo?”, culminando en “¿cuál es el sentido de todo, de mi vida?” (ahí llega la parálisis mental). Y si a todo este lío le agregamos las problemáticas amorosas, listo, cagamos.

¿CÓMO SE SUPONE QUE TENGO QUE SABER QUÉ QUIERO HACER, QUIÉN QUIERO SER, Y CÓMO QUIERO HACERLO?

Tímidamente me pregunto después:¿debería saberlo?

No, porque la vida es quien de a poco va a llevarnos a contestar cada una de ellas con experiencias que nos toquen atravesar. Cuando era chica pensaba que todo iba a ser más simple y lineal. Me asusté cuando caí en la cuenta de que no era así, pero ahora me parece un alivio, porque me da tiempo para descubrir, probar. Equivocarme, equivocarme y equivocarme de nuevo (repetirlo no lo hace más fácil, pero lo voy a seguir diciendo hasta que me lo grabe en la cabeza).

El otro día escuché que si la vida es como un electrocardiograma, que sube y baja, eso quiere decir que estamos vivos, y que sentimos. También leí que uno sufre cambios estructurales en su vida cada siete años, por un movimiento raro y loco del planeta Saturno. Puede que sea fruta astrológica, no lo sé, pero yo lo creo. ¿Cómo explicar entonces que mi vida se está dando vuelta continuamente, como si fuese un cubo de Rubik y alguien estuviese jugando con ella incansablemente?

Preguntas al por mayor. Pero dentro de toda esta nebulosa, hay algo de lo que sí estoy segura, y es de volver.

Hola, te extrañé.

Las vueltas de la vida. A veces, marean.

Las vueltas de la vida. A veces, marean.


¿Y Saturno qué tiene que ver con todo esto?

Los que leen el horóscopo seguramente saben que todos tenemos un registro interno compuesto por siete planetas que nos muestran nuestros procesos evolutivos. A Saturno, conocido también como “el Señor del Karma”, le lleva 28 años dar una vuelta completa a su órbita, y cuando regresa a su punto de partida, ocurren cambios gigantes que alteran nuestras vidas. Pero durante el trayecto hay puntos conflictivos cada siete años que nos hacen entrar en una crisis. Es el planeta que nos muestra cuál es la verdadera realidad de las cosas, y nos ayuda a tener una mirada introspectiva.

Son momentos en los que tenemos que escucharnos, frenar un poco y ver qué pasa adentro. Depende de con qué ojos queramos ver lo que sucede alrededor nuestro, pero las crisis son siempre oportunidades para que nos renovemos.”Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía”; así opinaba Albert Einstein. Optimista, loca, insensata, como quieran. Pero me parece una buena propuesta.

Una fotógrafa, Paula Salischiker, hizo una muestra donde retrató a 28 mujeres, y cada una relató cómo vivió este terremoto interno. Aunque todavía me faltan siete años para esa vuelta completa,  siento que Saturno, o como quieras llamarlo, me pegó tremenda cachetada.

Experta consultada: Graciela Casaburi, astróloga. 

 

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