Cómo empezar a escribir: una guía para principiantes

¿Cómo se escribe?  ¿Cómo se hace? 

Para mí, la vida y la escritura están interrelacionadas. No sé cómo se vive sin pensar en como reescribir lo que se vive. Estoy en un café y en los parlantes suena Never Say Goodbye de Bon Jovi y hay algo debajo, algo perfecto, que necesito registrar.

Así empezó la escritura para mí: como una recolección.

Empecé guardándome mensajes de texto en mi cuaderno, como coleccionista de momentos. Tenía miedo de perderlos y la única forma que tenía para impedir el paso del tiempo era transcribirlos en algo más seguro que mi Nokia. Recolecté también itinerarios de viajes, conversaciones y cartas de amor que nunca mandé, y desde entonces nunca frené. Ahora escribo todo eso y más pero con un objetivo más amplio:  entender.

No soy una escritora, soy una coleccionista. Solo al poner en palabras el mundo cobra solidez.

Escribir es sanador y es para todos. A mí me salva una y otra vez. Le tengo un respeto enorme al poder de las palabras (propias y ajenas) y a su poder de sanación. Bien hechas, las palabras no mienten. Son una con la verdad y la verdad, aunque duela, a la larga siempre cura.

¿Cómo se hace?

* Escribí para vos y solo para vos. Explorá y que salga lo que salga. Empezá por un cuaderno o un blog que nadie conoce porque te da la posibilidad de ser honesta, que es lo esencial al principio. Tenés que hacerte amiga de la honestidad aunque te incomode. Va a tomar tiempo y no va a ser fácil pero al comienzo es importante que tengas la libertad de explayarte sin preocuparte de quien te pueda leer. Nadie te juzga, excepto vos mismo, claro.

* No lo controles. Tomá la decisión de sentarte pero sabé que tu control termina ahí. Dejá que la escritura te lleve por donde vos no sabés y te sorprendan las letras que dibuja tu mano.

* Todo es “escribible”. Lo ordinario es extraordinario. Lo que para vos es obvio, para mí puede ser milagroso. Hace anotaciones sobre lo que conocés, sobre lo que te pasa y lo que te rodea, sobre la familia en la que naciste, las calles en donde pasaste tu infancia y los rituales de los domingos. Tu vida es valiosa. Usá la escritura para penetrarla.

Todos queremos contar nuestras historias, dejar nuestra marca y decir quiénes somos, de dónde venimos. Podés dejar tu marca a través de la escritura.

* Es una práctica. Lo que importa es tener un espacio y un tiempo para estar sola con vos misma cada día, y la voluntad de estar presente salga lo que salga, aunque no tengas idea qué será. Tal vez te desahogues por un problema con tu jefe o hagas una lista de lo que querés hacer en los próximos cinco años; da igual. El fin es la práctica del escribir, no el resultado.

* La diferencia entre escritor y editor. Es fundamental tener en claro los dos roles. El que prevalece en este primer momento es el escritor: quiero que vomites y transformes en palabras todo lo que puedas, sin censura y sin pensar. Sos libre de escribir basura. Es más, ¡escribí basura! Es hora de liberar lo que guardás hace años. ¿Cómo no va a ser una mierda? Pero aunque sea una mierda, es útil y es necesaria.

Tu objetivo por ahora es escribir por unos minutos cada día, sin expectativas por el contenido. Sin embargo, sé que es imposible bajarle el volumen al editor —ese que juzga—, entonces subíselo. Mirá a tus inseguridades y a tu autocrítica en la cara y escuchá lo que tienen para decirte. Dales espacio porque si los reprimís, volverán con más fuerza. Transcribí lo que dicen, confirmá lo aburridos que son y seguí. Con la práctica va a ser más fácil desidentificarse con lo que te dice y llegará un momento en el que registrarás su voz como una más de las tantas.

* Escribí de la forma en la que hablás. Nada de “enfadar”, “carmín” o “suelo” cuando en la vida real decís “enojar”, “rojo” y “piso”.

* Escribir cuando estás mal es más fácil. ¿Quién no recurrió a las palabras en momentos de angustia? Palpar las paredes de esa tristeza, sentir su textura y descubrir de qué están hechas para encontrar la salida. Es más “fácil” usar una crisis como punto de partida pero la escritura nos puede salvar en todo momento, incluso en los tranquilos y de alegría robusta.

* Hacele frente a la resistencia. Sentarse adelante de una hoja en blanco cuesta tanto porque escribir significa lidiar con toda tu vida. La mala noticia es que la reticencia va a estar presente cada vez que lo hagas, aunque hayas publicado tres libros. No es algo que mejora con el tiempo. Escribas hace dos días o dos décadas no cambia: siempre van a haber platos sucios, mails por responder, llamadas para hacer… En esos casos, recordá que la resistencia no ayuda. Escribir sí. Hacer el trabajo sí. Comprometete. Escribí cuando estés inspirada, cuando no tengas ganas y cuando te dé fiaca. La buena noticia es que no es necesario estar en un determinado estado emocional para iniciar una acción. Go!

Solo da el primer paso (¡el más difícil!). El resto sigue solo.

* Escribir es barato (¡por suerte! Imaginate si quisieras aprender a jugar al polo). Los materiales básicos son un cuaderno y una lapicera y cuanto menos pretenciosas sean, mejor. Quiero que los destruyas de tanto uso, que tengan manchas de chocolate y lágrimas de tinta. Usalos.

Bueno, pero dale, ¿cómo se hace?

* Se banca el vértigo. Escribir es como estar al borde de un precipicio que da a un abismo y no queda otra que bancársela, con esas ganas de vomitar, con esa adrenalina en la panza, y aguantarlo igual. La buena noticia es que lo que se aprende en la escritura se impregna en otros lados de tu vida. Cuando después sientas ese mismo vértigo —al decirle a alguien que lo querés, al renunciar, al pedir perdón después de equivocarte— vas a sobrevivirlo porque tu cuerpo ya sabe cómo hacerlo.

* Se toma el tiempo. Se escarva un espacio cada día para estar sin internet y escribir. Poné la alarma y dedicale 10, 20, 60 minutos de escritura sin parar y no frenes hasta que suene la alarma.

* Se escribe en lapicera, en un cuaderno, sobre servilletas, en la computadora, en el dorso de la mano, en la parte de atrás de un recibo. Se escribe en un café, debajo del banco de la clase, en el escritorio de casa, en el asiento del colectivo, en la fila del supermercado, en la sala de espera, en donde sea.

* Se anotan los sueños. Se hace una lista de lo que agradecés cada día. Se escribe un logbook, un diario, cartas, postales, mails. Se escriben conversaciones ajenas y mundos ficticios. Se escriben críticas sobre tus series preferidas y finales alternativos. Se escriben poemas, discursos, manifiestos, sonetos, artículos, haikus, posts, recetas, listas, fanfiction. Se escribe para alargarle la mano a alguien y salvarlo del agua. Se escribe para salvarte a vos.

* Se escribe para descubrir tu propia perspectiva. Joan Didion dijo: “No sé lo que pienso hasta que lo escribo”. Si querés saber qué es lo que sentís con respecto a algo, ponete a escribir y te vas a enterar.

* Se escribe para contar tu historia, decir quién sos, de dónde venís y hacia dónde vas. Para dibujar tu propio universo. Para descargar tu mente, aligerar tu estómago y calmar tu pecho. Para sacarte de encima lo que tenés encerrado y darle aire antes de que se pudra, para decir lo que necesita ser dicho, para quejarte, para desahogarte, para tener malas ideas, para criticar, para poner en palabras todo el odio y todo el asombro que necesitás expresar antes de que te coma vivo.

* Se escribe para despertarse. Para prestar atención y estar presente. Después de todo, el trabajo del escritor es ser consciente.

* Se escribe para darte permiso. Eso es todo lo que es la escritura: un gran permiso. Un espacio donde tenés permiso a ser de todo, incómodo, incomprensible, egoísta.

* Se escribe para aprender que no sos lo que escribís. Tus palabras son solo la fotografía de un momento en tu vida. Vos mutás.

Adoptar la escritura como una práctica diaria requiere de mucha paciencia porque tenés que pensar en un marco de años. Es algo que no es “productivo” y a lo que tenés que entregarte al cien por ciento cada vez. En un mundo en donde prevalece la eficiencia, la velocidad y lo superficial, sé valiente para hacer algo que va en dirección opuesta. Usá la escritura como un ancla hacia algo más profundo, hacia la zona abisal del inconsciente.

Escribir es una mezcla entre querer preservar la vida y entre querer usar las palabras para descubrir, para pelear, para pedir más de esta vida, para exigirle y para hacer un mundo mejor. ¿Cómo? Expresando la verdad de cada uno, contando cada uno nuestra propia historia.

La escritura nos sana a todos pero no es fácil. Te obliga a pasar tiempo con vos mismo y te impide mirar hacia otro lado. Sos solo vos y una hoja (o pantalla) blanca, que se convierte en espejo. Es siempre aterrador. Uno carga con todas sus inseguridades y los lleva de acá para allá, pero frente a la hoja en blanco las tiene que dejar caer sobre el piso y husmearlas. Pero es la forma en la que descubro qué quiero de verdad porque destapo una capa por vez para ver qué es lo que late debajo, desnudo y protegido, pero que respira.

A veces todo me da ganas de llorar porque la vida es abrumadora. La canción de Bon Jovi, el viento caliente del verano, el cielo reflejado en un charco. Y entonces escribo. Escribo como homenaje al mundo que conozco, a esta vida que me es dada cada mañana cuando me despierto y me llevo la mano al pecho y pienso: Estoy viva. Tengo otro día. Tengo otro día más.

¿Cómo se hace, me preguntás?

“Decís la verdad y la describís en detalle” (Natalie Goldberg).

Para seguir leyendo:

  • Writing Down the Bones de Natalie Goldberg. La mayoría de las ideas de este post vienen de este libro.
  • Libera tu magia, de Elizabeth Gilbert (en inglés: Big Magic)
  • El blog de escritura de Aniko Villalba: escribir.me, gracias al cuál conocí a Natalie Goldberg y muchos otros héroes. (Si te quedaste sin ideas acerca de qué escribir, el blog tiene un montón de consignas para inspirarte.)

4 comentarios en “Cómo empezar a escribir: una guía para principiantes

  • Contestar Ma. Catalina Jimenez 07/09/2017 at 9:08 pm

    Hola Sharon!
    Gracias por tus palabras. Escribir salva pero a veces leer a otras personas que escriben también salva. Este post fue un soplo de energía para seguir escribiendo cada día un poco.

    • Contestar Sharon Borgstrom 13/09/2017 at 3:00 pm

      Gracias, gracias, gracias Cati. Y más gracias! Leer tus palabras me motiva a seguir escribiendo a mí también. El ciclo más virtuoso de todos 🙂

  • Contestar Loreta 11/09/2017 at 7:05 pm

    Me encanta leerlas! Nunca dejen de escribir ….

    Cada publicación es una ventana que se abre a un mundo nuevo…gracias!,,

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *