Cuando las emociones te ganan en la calle

Esto me pasó a principios de enero; vomité lo ocurrido y quedó guardado entre las plantillas de borradores cibernéticas. Por suerte no llegó a juntar tanto polvo. 

*

Ayer me robaron el celular.

Ayer, mientras esperaba al bondi, me robaron el celular.

Ayer, mientras esperaba al bondi y apretaba para volver a escuchar un mismo tema de Bee Gees, me robaron el celular.

Me dio impotencia cómo de repente uno puede ser víctima de algo tan agresivo. No quiero escribir sobre la sociedad, si estamos mal, o si la inseguridad es una sensación o no; sé que fui despistada y no me interesa hablar de lo anterior. Pero mientras esperaba en la parada del 110, y escuchaba los comienzos del tema To Love Somebody, una moto pasó en contramano en plena avenida Las Heras y me arrancó el celular de la mano.

No me dio tiempo de reaccionar. Apenas le regalé un insulto, incluso un poco tenue: “La concha de la lora”. Ni siquiera lo grité. Y me fui, caminando, inundada de bronca porque todo siguió adelante como si no hubiese pasado nada.

Alguien, dos segundos atrás, interrumpió un orden aparente. Pero todo siguió su curso, como si se hubiese decidido eliminar una escena. Me temblaban las piernas, atravesada por la incredulidad de todo y por las ganas acumuladas que tenía de llorar. De explotar.

Salí del trabajo, y me sentía triste, pinchada, bajón, o cualquiera de los múltiples sinónimos de un mismo estado de ánimo. Y en momentos así, uno no se imagina que además, además de todo, te van a robar.

Las ilustraciones son de Denchu Borgstrom ❤

Pero la vida no se detiene porque yo esté teniendo un mal día. Y nadie va a paralizar su agenda, su rutina, sus obligaciones porque a una X le roban el celular. Pero en tardes como esa me olvido que convivo con billones de personas; lo veo a todo como un escenario, con personajes que me circundan y van y entran y no importa.

Pienso: ¿podemos llorar en público? ¿Si nos roban, si estamos tristes, si necesitamos mandar todo a la mierda?

¿Podemos? ¿O es que todos estamos agarrados de las muñecas por una ley que nos trasciende y que nos dice: “Che, no, no podés llorar en público, no da”?

¿Alguna vez les pasó? ¿Explotaron porque las lágrimas corrían como un río incontrolable?

Como camaleones, podemos andar como si nada.

Hace unas semanas, volvía en el subte y caminaba a lo de mi psicóloga. Ahí, ya sentía cómo una pelota se iba formando en mi abdomen. Me pegaba porque quería salir. Caminé las 15 cuadras que me separaban de la parada hasta su edificio, y recién cuando me senté en sus escaleras, en una calle perdida, bajé los hombros y estallé en llanto. Solo pude relajarme cuando vi que no había nadie alrededor mío.

Pero ayer, ayer además me robaron. Lo digo como si hubiera sido una tragedia cuando sé que no. Repetí pasos, porque no sabía si subirme a otro bondi o si volver caminando. No podía tomar ni una decisión, y entre rastros borrachos llegué. La sensación de mareo me persiguió todo el trayecto.

Algo tan estúpido como el robo del celular detonó algo más: cómo manejamos las miles de sensaciones que nos envuelven cuando estamos afuera, expuestos. Incluso cuando ya, de por sí, nos sentimos vulnerables. Podemos rebalsar por los fantasmas de siempre o por los incidentes que pasan de repente; esos que nos agarran desprevenidos, y nos tumban.

Hablo de la sensación de que te estás derrumbando en pleno tránsito porteño, y te contenés, y alrededor hay miles de personas que también tienen sus quilombos. Uno lleva su mochila de preocupaciones, alegrías, y etcéteras. Y el que se mueve al lado, igual.
Entonces no nos damos cuenta. Nos encierra una misma mueca de “la vida es así”, que se confunde con “estoy llegando tarde al laburo”. Será que no miramos o no gritamos lo suficiente. Será que no queremos, o no sabemos, cómo conectarnos con el dolor.

Si te gustó este post, suscribite al blog para recibir novedades en tu mail.

¿Querés aparecer en PAC? Estamos buscando ilustradores, fotógrafos y personas que hagan imágenes visuales para que acompañen nuestros artículos. Si estás interesado o conocés a alguien que tenga un estilo similar al nuestro, ¡avisanos! 

5 comentarios en “Cuando las emociones te ganan en la calle

  • Contestar Loreta 04/02/2017 at 5:56 pm

    Mientras leía tu relato , volví a sentir que me afanaban…. Qué bien escribes Chloe!!!
    Y felicitaciones a Den : las grosas ilustradoras bailan con las grandes escritoras …

    • Contestar Cloé Karagozlu 05/02/2017 at 12:42 pm

      gracias Loreta!! Los extraño

      • Contestar Sharon Borgstrom 05/02/2017 at 1:28 pm

        Nótese la H y ausencia de tilde…

        • Contestar Cloé Karagozlu 05/02/2017 at 5:23 pm

          jaja mete púa!

  • Contestar Flor 11/02/2017 at 11:48 pm

    Me diento atada como secuestrada mi madre decae y no se deja ayudar vive con mi hermana y a ella le encanta sentirse martir porque vive mi madre con ella.¿que hago:me pregunto y un rio de lagrimas fluyen por mis ojos .Es como si tuviese un dique roto,no entiendo puedo amar a alguien y no poder acercarme a su corazon.Me senti identificada porque a veces cosas que parecieran insignificantes hacen sentir a una como secuestrada.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *