Pinto para silenciar

Enero antes era playa, poco protector solar, olas que revolcaban y tragos excesivamente dulces que los tomaba más por tomar que porque me gustaran. Enero era la imagen cliché del verano. Hasta que, claro, empecé a trabajar.

No me molesta estar en la ciudad durante este mes; es más, uno le va agarrando el gustito al silencio porteño, al tráfico somnoliento y al ritmo más pausado del laburo. Pero más allá de ese escenario de fondo, miro para atrás y siento que enero fue un mes en el que traté de callar mi cabeza, para ver cómo me sentía. Aprendí que puedo pensar, entender por qué pasan las cosas, pero que emocionalmente puedo estar en un lugar totalmente distinto. Suele ser así, y mi cabeza mil veces me confunde. Entonces quise callar la mente para respetar mi cuerpo.

Mi desenchufe emocional, mi vía de descargue, es escribir. Pero hace unos días le fui infiel y me junté con amigas y pintamos. Las interrogantes sobre qué pintar -si era mejor arrancar bosquejando con un lápiz, etcétera – se esfumaron después de dos segundos de sentarme. Seguí mi primer impulso y el pincel vomitó un gran corazón. La hoja blanca no solo fue intervenida por pinceles, porque también usé mis muñecas, la palma de mi mano para pintar ese órgano azul, violeta, rojo, amarillo. Fue tremendamente liberador. Me excedió, me impresionó.

Pasaron unos días y ese fin de semana volví a pintar. Pero esta vez fue otro corazón que había visto una vez en un poema de Rupi Kaur (ella ilustra sus escrituras). Probé, y tiré al tacho. Y así dos veces hasta que traté de olvidarme de todo y pinté líneas donde no tenía qué y terminé creando mi propia versión de ese dibujo.

Nada es más fuerte que un corazón

Al corazón anterior, que escupía sensaciones, sentimientos, lo regalé. Quizás así traté de desprenderme de todo lo que estaba atravesando. Quizás con ese gesto pretendí minimizar. Pero quise quedarme con el corazón floreado, el último.

En dos semanas pinté dos corazones. El que se rompe y el que se eleva. Supongo que ese es el fin para esa serie de dibujos; ya les diré qué me pongo a pintar la próxima.

 

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