Miles de preguntas para contestar una: ¿qué quiero hacer de mi vida?

El primer día que empecé a trabajar fuimos a comprar pan. Dos lonjas, una de cada color, como haciendo un acto de democracia. Eran calles conocidas pero me sentía  perdida, casi como adentro de un laberinto. Si era aparente o no, qué importa. 

*

Hay momentos en los que uno decide relegar todo tipo de preguntas y toma la decisiones en base a su instinto. Cada minuto de espera se vuelve una eternidad y entonces la ansiedad se disfraza de impulso y se aferra a lo primero que aparece. Ganas de probar, de saltar del trampolín, aunque no sabemos si abajo nos recibirá un colchón o cemento.

Hay situaciones para todo y por momentos tomar las decisiones así es lo correcto. ¿Para qué ahogarnos en espirales de signos de interrogación?  ¿Son excusas para retrasar lo inevitable? ¿Miedo, cobardía? Puede ser.

Pero no todas las situaciones son así y no siempre quiero tirarme y ver después contra qué estoy cayendo, porque elegir es importante. Aunque el azar existe, y mil veces tira al tacho lo que teníamos planeado – y por algo será – tampoco me puedo quedar esperando a que las cosas se desenvuelvan por sí solas. No quiero pararme un día sin tener nada de conciencia del camino que hice. O mejor dicho, del que elegí hacer. Por eso, en este momento en particular, sí, elijo las preguntas.

No sé si lo aclaré o no, pero hablo del trabajo. Y me quedo corta: qué quiero hacer de mi vida.

Da fuck. Les aviso cómo me va.

Da fuck. Les aviso cómo me va.

Muchas de las entrevistas laborales suelen desembocar en las mismas preguntas y aunque ya esté acostumbrada a ellas, quiero tirarme por la ventana igual cuando las escucho: dónde me veo en diez años o en qué departamento me imagino trabajando y por qué. Y me odio un poquito más cuando las contesto como si el marketing fuese la pasión de mi vida (no tengo ni idea pero el speech ni me consulta y brota de mi boca).

Entonces no voy a caer en el mismo engaño repitiendo en mi cuaderno esas mismas dudas que tanto desprecio. Las voy a desmenuzar, porque si me quedo con dos que son híper generales, voy a terminar ahogándome en un vaso de agua.

Sé que me va a llevar tiempo porque quiero ser totalmente honesta cuando las encare, y justamente por eso me conozco y estoy segura de que voy a retrasar lo más que pueda el momento de sentarme a escribir. No sé con qué me voy a encontrar, pero una vez que llegue a una conclusión – por más difusa que sea – no me van a quedar excusas para hacer algo, por más arriesgado o loco que sea.

Como no quiero que esto sea un raye momentáneo, agarré un cuaderno nuevo y empecé a escribir algunas preguntas. Eventualmente, la idea es que también imagine escenarios para retratar realmente dónde, cómo me veo. Necesito crear un contexto, aunque no sea acertado, para ver si conecta conmigo o no.

Les dejo algunas de las preguntas que me hice:

  • ¿Qué me hace sentir más fuerte, valiosa? (Leí esto una vez en una revista: ¿no es mejor pensar dónde nos sentimos más fuertes en lugar de ver en qué somos mejores o peores?)
  • ¿Qué priorizo a la hora de pensar en mi trabajo?
  • ¿Dónde no me veo?
  • ¿Dónde creo que puedo mejorar, aprender? Y más importante aún, en qué.
  • ¿Pasión o plata? ¿Pueden ir de la mano?
  • ¿Dónde me veo idealmente? ¿Cómo puedo empezar a llegar ahí? (Quizás mi sueño es muy idealista, entonces me ayuda más pensar en los escalones que vienen antes)
  • ¿Qué no elijo de los trabajos que hice y qué sí?
  • ¿Dónde me veo en 2 o 5 años? (Mejor bajar la vara). ¿Quiero seguir estudiando o hacer algo afuera?
  • ¿Qué disfruto hacer, fuera de lo laboral? (¿Quién dijo que mi pasión está en lo que hago profesionalmente?)
  • Esto que me gusta (a definir), ¿puedo ejercerlo en este país? ¿Cómo y dónde?
  • ¿Me veo trabajando freelance, en una PyME o en una multinacional? ¿Quiero hacer carrera ahí?
  • ¿Me gusta alguno de los trabajos que ya existen? ¿O tengo que inventarlo?
  • ¿Cuáles son mis prioridades?
  • ¿Qué no estoy dispuesta a tolerar?
  • ¿Qué busco sí o sí? ¿Beneficios, un jefe que me inspire, flexibilidad?

***

Todavía no empecé a contestar y ni siquiera estoy segura si aún terminé con la lista de preguntas, aunque algunas se pisen y otras quieren tomar un vuelo tan alto que se me van de las manos.

Les confieso que me da miedo. Creo que ya lo dije, pero no está de más repetir. Después les cuento cómo me va.

Amalia sabe.

Amalia sabe.

 

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