Nutrición tenebrosa

no quiero entrar a la cocina. me da miedo. me acabo de comer un patypescado que puede o no haber estado muy crudo, pero me está doliendo la panza un poquito así que si me muero fue por eso.

siento como si estuviera en el cuento de cortázar, donde los habitantes de la casa se van encerrando cada vez más dentro del edificio, escapándose de los ruidos. yo me estoy encerrando fuera de la cocina. de verdad. me da temor.

Extracto de mi diario hace unas horas.

Estoy en el blog de Maru Botana. Yo ya no puedo más. Hoy se me quemó la manija de otra olla. La cocina huele a humo y hay pedazos de plástico desintegrados por todos lados. En realidad, ahora que lo pienso, había ceniza… yo pensaba que el plástico se derretía. ¿No estaba hecho de plástico? ¡¿Qué es lo que se me quemó entonces?!

A la noche fui al supermercado del Corte Inglés, ese mega supermercado ubicuo español, porque pasé por ahí y porque quería comprar unas cosas que en mi supermercado regular no venden pero en este sí. Número uno: un elemento fundamental para mi supervivencia: les presento a Solimón. Un kilogramo de zumo exprimido de limones frescos. La etiqueta me dice que el único ingrediente que tiene es limón exprimido al 100% y yo le creo, aunque el gusto no se parezca ni un poco. ¿Qué? Ahorro, comprando esto. Puedo condimentar mis ensaladas y cualquier otra comida insípida para que tenga un poco más de gusto, y no tengo que ir comprando limones y exprimiéndolos y dejándolos que se pudran si no los uso. La solución perfecta: Solimón. A veces también se lo meto al vino. Le da un saborcito. (Mi hermana Jeanine lee esto y me deshereda.)

Compré paty pescados. Los más baratos de la góndola. No sé, realmente no sé, así que no me pregunten, pero estaba sola y quería comprar algo distinto y quería comer bien y no quería gastar plata así que me compré unos paty pescados. No los recomiendo. No los recomiendo para nada. No puedo decir más al respecto porque quedé un poco traumada, pero definitivamente no los recomiendo. En especial si uno no sabe cocinar hamburguesas. Menos va a saber cocinar los paty pescados.

No teníamos aceite en casa, pero comprarlo en el Corte Inglés iba en contra de mis principios. Seguramente salía un euro más que en mi supermercado regular. Pero para cocinar los paty pescados iba a necesitar aceite. Qué hacer, qué hacer. Me fui del Corte Inglés sin aceite, decidida a comprarlo al día siguiente en el Mercadona, mi fiel abastecedor de todo y a una mera cuadra de casa. A la hora de poner el paty pescado en la sartén (lo metí en la sartén. ¿Se mete en el horno? Recién ahora se me ocurre. En la parte de atrás de la caja, en las instrucciones, decía ponerlo en la sartén) confieso que abrí una lata de atún y usé el aceite del atún… CARITA DEFINITIVAMENTE RUBORIZADA. ¿No sé si reírme o llorar? ¿Ambos? Ambos.

Un vómito, el paty pescado, chicos. Me queda uno en el freezer y va a permanecer ahí hasta que yo desaloje este lugar. Si es que mañana me levanto viva. Creo que me lo comí crudo.

Mi familia tenía la esperanza de que al volver, iba a traer buenas recetas, después de seis meses de experiencia de alimentarme sola. Cuando les confesé que ceno galletitas, a mi vieja casi le da un patatús y pude ver la decepción en sus ojos aun a través de Skype. Ella quiere que yo coma bien. Yo también quiero comer bien, ma. Pero no puedo. La cocina y yo simplemente no somos amigas. No me quiere.

Con Mechi (a esta altura todos tendrían que saber que Mechi es mi compañera de piso) tenemos un contrato implícito. No sé si ella está al tanto, pero yo sí. A la hora del almuerzo o de la cena, siempre ideamos el plato juntas, pero en algún momento del proceso de cocción (que no es más complejo que el descongelar y hervir/saltear/hornear), sutilmente desaparezco de la cocina y me voy a hacer alguna otra cosa. Mágicamente, minutos después, aparece Mechi con dos platos humeantes y riquísimos, y al final de la comida, soy yo la que lava los platos. Pobre. Me la imagino leyendo esto y puteando a los cielos porque no siempre lavo al instante. Muchas veces lo dejo para la mañana siguiente. Me la imagino puteando un poquito más porque a veces directamente ni lavo yo, sino ella. Soy la peor roomate.

(¿Habrá delivery en esta ciudad? Recién se me ocurre.)

No sé. Juro que este tema me desespera. Indagaré un poco más en la página de Maru Botana a ver si me inspiro, aunque creo que necesito más que inspiración para salir de este dilema.

pimienta

Con razón la pimienta salía tan barata. Compramos la que tenía los granos enteros, así que no quedó otra que chamuscarlos con una cuchara de madera.

Algunos días después:

Listo. Indagué el abismo de internet para conseguir recetas, y la verdad es que conseguí algunas y bastante interesantes. Pasé de Maru Botana (que se piensa que tengo habilidades culinarias que claramente no tengo, Maru) a Martha Stewart a Buzzfeed (tiene recetas, quién hubiera dicho), a respuestas de Google de la siguiente búsqueda: “recetas joven pobre ricas fáciles

Mas allá de eso, igual, creo que lo fundamental fue hablar con Jochu y que ella me motivara. Al final tenía razón. Lo único que me hacía falta era ir al supermercado e “inspirarme”, asique fui y compré comida como para un batallón. Me va a durar toda la semana, si no más. Quiero decir que estoy demasiado orgullosa de mi misma porque ¡estuve comiendo bien y súper sano! ¡Pollo! ¡Con calabaza! ¡Ensaladas! ¡Y más cosas! ¡Y que no vienen congeladas, si no que tienen una fecha de vencimiento y entonces debo comer pronto! ¡Pero super sano! ¡Fruta! ¡Verdura! Estoy tan orgullosa. Espero que el exceso de signos de puntuación lo manifieste.

El no tener tantas cosas descongeladas hizo que tuviera que enfrentarme con mi mortal enemiga, la cocina, y no fue tan terrible. Al revés… cocinar bien y sano me hizo bien. Ahora tengo energías. Tengo entusiasmo y me siento cómoda, cómplice de la cocina, como si nos lleváramos bien y nunca hubiéramos tenido malas vibras. ¡Hay, cocina! ¡Que pícara sos! ¡Te quiero, cocina! Hasta se me ocurren platos. Un día llevé a la facultad pollo con champignones y calabaza (sí. Incluso acá llevo vianda. Desde los cinco años que llevo vianda a las instituciones educativas. Es mi karma). Morí del amor (por mí). Estoy tan orgullosa. Si pudiera, me chaparía de modo congratulatorio. (El “me chaparía” es copia de Joaco Guemes. Due credit is given.)

Esperemos que dure.

 

2 comentarios en “Nutrición tenebrosa

  • Contestar den 27/04/2014 at 10:14 pm

    sharon, aceite del atun!??!

    EN SERIO?!?!?!

  • Contestar Lo que fue antes y lo que es ahora | Postales a Casa | PAC 11/05/2015 at 6:25 pm

    […] no necesito tantas comodidades para vivir como las que creía indispensables en Buenos Aires. Ya no le tengo miedo a la cocina tampoco como lo tenía antes, y aunque no nos llevemos de la mejor manera, mantenemos una relación cordial […]

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