Comic de lunes a la mañana

Trato de escribir y de dilucidar de qué voy a hacerlo. No sé qué va antes; la idea o la acción. Trato de hacer memoria sobre estos últimos meses y para ver si recuerdo haber vivenciado algo extraordinario, que valga la pena contar. Trato de buscar entre el archivo de recuerdos que tengo, y nada. Ninguna idea titila en mi cabeza, como las balisas en una ruta invisible por la neblina.

Entonces pienso que a veces lo extraordinario es lo común, lo simple.

Quiero volver; escribir es dulce y quiero volver acá, a este portal, a esta hoja cibernética. Aunque un receso nunca está de más. Al menos obliga a reflexionar, implica una distancia y nos permite tomar decisiones. Acá estamos.

Hoy quiero hablar de un instante inusual, pintoresco. De repente llegó el Metrobus del Bajo y nos dio a todos unos minutos más para quedarnos en la cama, pero antes de que lo terminaran,  el microcentro porteño era un caos. Un absoluto caos, con bocinas multicolores y un manto de luces interminable, conformado por los autos que estaban ahí, inmóviles, tratando de regresar. Paros cada dos minutos por paritarias, Malvinas, Ni una menos; no faltó nada. Cuestión, no sé si las cosas están mucho mejor, pero quería contextualizar un poco. Y con esa ensalada de fondo, ahora sí, puedo compartir lo que vi.

Bajaba en Madero (por los desvíos de los bondis mientras todo estaba en obra) y en el intento de no morir atropellada por el zig zag de los autos, vi a un hombre, de cardigan gris un poco apretado, quizás torpe, quizás no. Parecía perdido, pero no: caminaba guiado por su propio ulular. Se movía ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor. Sus ojos estaban clavados en el libro de comics que llevaba pegado en su mano con Poxiran. No era un celular, no estaba ensordecido por los auriculares, y tampoco estaba puteando. Si alguien se lo llevaba puesto, era simplemente porque estaba en un mundo paralelo, leyendo un comic.

Y a mí el ritmo de una ciudad que recién se estaba levantando me obligó a seguir. Fue un minuto, quizás menos, pero me guardé esa postal en el bolsillo.

Esta foto pertenece a Tumblr

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